viernes, 29 de marzo de 2013

Música Chiapaneca

La música en el alma

La población indígena de nuestro estado se sirvió de bailes y cantos llenos de poesía para alabar a sus dioses y honrar sus creencias. Así fue haciendo una música que los mayores heredaron a los jóvenes, enseñándolos en el arte de crear sugerentes murmullos o ruidosa algarabía en el pito, el caracol, el teponaxtle y la chirirmía; su voces se dejaban escuchar por las selvas y los valles de nuestro estado y se fueron haciendo tenues con la llegada de los españoles, hasta casi desaparecer.

En efecto, solo restos musicales se conservan del pasado. Nos queda, por ejemplo, la música de los zoques de la región Central (Tuxtla, Copoya, Suchiapa), donde hasta la fecha los instrumentos precolombinos acompañan las danzas tradicionales.
Los tzotziles, en cambio, alegran sus fiestas, como el Carnaval de Chamula, con instrumentos como la guitarra y el arpa, versiones coloniales de las que llegaron de Europa.


Los instrumentos

La marimba, viejo instrumento musical que resonaba entre el pueblo indígena ya a mediados del siglo XVI; sustituyó de pronto a toda una gama de instrumentos autóctonos de los que se conservan únicamente el pito y el tambor.

Para el siglo XIX, la música tocada con marimba recorría los zarabandas, los saraos y otras fiestas populares, así como las celebraciones religiosas.


Los compositores

Aparecen, entonces, los mejores compositores de corridos, sones, valses y mazurkas. Debemos mencionar aquí al genial músico Manuel Bolán, de Tonalá, quien compuso los mejores sones de la época. Él mismo ejecutaba la marimba y es el padre de su transformación, pues dotó de innovaciones que hasta la fecha se respetan, como las patas, el bastidor y un teclado más amplio. Después de él, los músicos chiapanecos desbordaron su arte e ingenio y llevaron su música a todas las regiones del estado y más allá.

A principios de nuestro siglo, Corazón de Jesús Borraz, el músico de Venustiano Carranza, dispuso de un segundo teclado en su marimba.
En 1913 el teatro Emilio Rabasa, de Tuxtla Gutiérrez, presenció el estreno de un nuevo instrumento, desde entonces capaz de reproducir toda clase de composiciones sin necesidad de artificio alguno, como la cera que entorpecía la ejecución al tener que ponerla y quitarla para lograr sonidos más graves o más agudos. Surgió, entonces una nueva generación de artistas que nos legó un sinnúmero de bellas melodías.
Nuestros compositores más destacados de la segunda mitad del siglo son, Rafael de Paz y Francisco Chanona. Y desde luego, Federico Alvarez del Toro, cuyas obras han llevado a Chiapas a salas de concierto en todo el mundo.


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